Dentro del Distrito de la Ciutat Vella se enclavan cinco barrios: Seu-Xerea, Carmen, Velluters, Mercat y San Francesc.
El Barrio de Velluters, también conocido como Barrio del Pilar, y más antiguamente de las torres Macià Martí, abarca la extensión comprendida entre las calles Guillen de Castro, calle Cuart, calle Hospital y Barón de Cárcer continuación con calle Bolseria que enlaza con la calle Cuart. En su origen estaba situado a extramuros de la ciudad, pero con la construcción de la nueva muralla en el siglo XIV, la zona quedó integrada dentro del recinto amurallado.
Aunque es un barrio en origen medieval, su trama urbana está formada por calles rectas, lejos del clásico entramado medieval de calles estrechas y curvas. Sus edificios en gran parte se corresponde con construcciones levantadas en el siglo XIX, por lo que podríamos decir que es un barrio histórico medieval transformado a los tiempos actuales. De entre los monumentos y lugares de interés destacan la Iglesia del Pilar, la Ermita de Santa Lucía, la biblioteca y jardín del Hospital (antiguo Hospital de la ciudad y facultad de Medicina), el convento de la Encarnación, Iglesia de los Santos Juanes, Colegio de las Escuelas Pías, Colegio Arte Mayor de la Seda, Palacio de los Tamarit, el Gremio de Maestros Carpinteros, el MuVIM (Museo Valenciano de la Ilustración y la Modernidad) y en general, todo el entramado de calles llenas de historia de la ciudad de Valencia. También se han instalado en el barrio la Escuela de Artes Aplicadas y Diseño, el Instituto Francés y el Conservatorio Profesional de Música. Todo esto ha convertido al barrio de Velluters en un lugar lleno de contrastes urbanísticos en el que hay edificios nuevos o restaurados junto a solares y casas casi en estado de ruina.
Haciendo un poco de historia debemos recordar que sus primeros habitantes fueron musulmanes que ya en el siglo XI instalaron en la zona sus fincas de recreo. Más tarde, hacia finales del XII o principios del XIII, se instalaron artesanos dedicados a la industria de tejas y ladrillos. Pero los artesanos sederos, los que dan nombre al barrio, no se ubicaron allí hasta bien entrado el siglo XIV. Dicha actividad, que fue introducida por los árabes, marcaría la vida y el desarrollo físico del barrio y alcanzó una importan¬cia relevante en la Valencia del siglo XV, lo que se demuestra en el hecho de que se construyera la Lonja de la Seda (1483-1498), creándose en 1474 el Gremio de Velluters o sederos. En el siglo XVIII, Velluters era el barrio más densamente poblado, con la mayor parte de las fábricas y obradores sederos. La palabra velluters deriva de vellut, que quiere decir terciopelo. En 1479 se promulgaron varias ordenanzas de los gremios sederos y terciopelistas, creándose el oficio de "velluters".
Pero a principios del siglo XIX, comenzó la decadencia y el olvido del barrio por diversas causas. Y con ellos su degradación que lo convirtió en uno de los barrios más descuidados de la ciudad en el que, en algunas de sus zonas, se fueron instalando todo tipo de personajes marginados, principalmente dedicados a la prostitución, derivando con el tiempo en el menudeo de droga y en la delincuencia convirtiéndole en el “barrio chino”. Un lugar al que el resto de valencianos no acudían más que para ver la popular falla que todos los años se planta en la plaza del Pilar.
A esta degradación contribuyó notablemente la construcción de la Avenida del Oeste que mutiló las conexiones de Velluters con el resto de la ciudad precipitando un proceso de deterioro en el interior del barrio que vino a añadirse a la decadencia arrastrada desde finales del siglo pasado. Todo ello desembocó en masivos derrumbamientos en las últimas décadas. El despoblamiento, la baja calidad constructiva, el inexistente mantenimiento de edificios donde residen grupos sociales envejecidos y de escasos ingresos, precipitaron el proceso. Grandes bolsas de solares son utilizadas como aparcamientos dada la escasez de esta dotación en el centro de la ciudad.
Afortunadamente, en la actualidad el barrio está inmerso de pleno en un periodo de restauración con intervenciones públicas sobre viviendas para recuperar varios edificios protegidos, edificios renovados, la mayoría conservando la fachada o sus características originales, frente a otros pendientes de reconstrucción. Con todo ello se está consiguiendo que desaparezca la degradación en el barrio, inte¬grándolo en el entorno y manteniendo las caracte¬rísticas originales y las piezas arquitectónicas de interés. Una pieza urbana en la que se insertan equipamientos educativos, plazas y viviendas re¬habilitadas, y un corazón cívico y cultural, que has sustituido al ante¬rior “barrio chino”. Y, tras más de un siglo de decadencia esperamos que vuelva a ser en breve el bullicioso y poblado barrio que fue cuando albergaba la industria de la seda en la ciudad de Valencia.
Dentro de estos planteamientos de remozamiento del barrio, se instala el SIC, un proyecto de comunicación vecinal producido por elMUVIM con la intención de crear un espacio cultural semanal centrado en el barrio, en el cual tiene su sede el museo, para reflejar las distintas realidades de la zona, en fase de transformación y cambio. Así, durante 12 semanas, a partir de diciembre, se editarán 12 periódicos de 8 páginas cada uno, el primero saldrá el 3 de diciembre de 2009 y el último el 18 de febrero de 2010. La complicidad entre el pasado del barrio y el momento actual, en que los comercios tradicionales han desaparecido o se han transformado en locales destinados al ocio o a actividades terciarias, es un aspecto que interesa analizar en este proyecto. Asimismo, interesa analizar la evolución y el cambio de paradigma de la arquitectura de la zona, cuyo entramado medieval no ha sido respetado en proyectos clave, como el Complejo educativo de Velluters, o donde las intervenciones de nuevos edificios de viviendas han sido más o menos acertadas. Otro aspecto de interés relacionado con el anterior, como explican los artífices del proyecto, se centra en recuperar determinadas voces no tan lejanas en el tiempo y, sin embargo, completamente apartadas del vocerío actual circundante. ¿De verdad hemos cambiado tanto? Y si es así, este cambio, ¿realmente sigue definiéndonos? Pocas dudas pueden surgir ahora, en este proceso proyectual, a propósito de su principal intención, que es definir una identidad general a partir del análisis profundo de un particular. Un intento de descifrar un todo abstracto a partir del análisis profundo de una parte concreta.
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